lunes, 29 de abril de 2013

Lo que hay que saber sobre la Santa Misa Tradicional

Gracias al hermano Franco de Jesús Sacramentado por estas clarificantes explicaciones sobre la Santa Misa Tradicional.


¿Diez objeciones a la Santa Misa Tradicional?

da Franco De Jesús Sacramentado (Note) Domenica 4 dicembre 2011 alle ore 3.59


Tan grande es la confusión y falta de conocimiento sobre la misa tradicional que hemos querido resumir en 10 puntos las objeciones más habituales que se oyen entre la gente. Nuestra esperanza es contribuir a la aclaración de ciertos puntos. Pero si los lectores solicitan otras puntualizaciones, estamos a disposición, lo mismo que abiertos a las correcciones de los doctos en el tema.


1) Fue abolida por el Concilio Vaticano II / el papa Pablo VI.

Primero, la liturgia tradicional del rito romano vigente durante 15 siglos no podría haber sido abolida. Tampoco había caído en desuetudo, porque era el rito más común de la Iglesia latina hasta 1969, dado que los otros están muy vinculados con tradiciones particulares de ciertas regiones. Esto lo acaba de confirmar nuevamente el Papa Benedicto XVI en su Motu Proprio Summorum Pontificum.

Segundo, la Bula Quo Primum Tempore, de San Pío V que canoniza la codificación del rito, la autoriza a perpetuidad. Así pues, en el número XII de sus prescripciones dice: "Así pues, que absolutamente a ninguno de los hombres le sea lícito quebrantar ni ir, por temeraria audacia, contra esta página de Nuestro permiso, estatuto, orden, mandato, precepto, concesión, indulto, declaración, voluntad, decreto y prohibición.

"Más si alguien de atreviere a atacar esto, sabrá que ha incurrido en la indignación de Dios omnipotente y de los bienaventurados Apóstoles Pedro y Pablo."

2) Fue una reforma del Concilio de Trento y del papa Pío V, equivalente al Vaticano II y al papa Pablo VI

En sentido propio no fue una “reforma”, sino el ordenamiento y la codificación de la tradición litúrgica del rito romano. No se impuso por la fuerza y solo se prohibieron los ritos particulares con menos de 200 años de antigüedad que abundaban bajo el nombre de “galicanos”.

El Vaticano II nunca mandó abolir el rito romano. En la práctica posconciliar se “fabricó un rito nuevo” y la iniciativa, tolerada por el Papa Paulo VI, es verdad, de realizar una prohibición “de facto” nació especialmente del celo antitradicional de Mons. Bugnini. Esta iniciativa tan a contrapelo de la tradición litúrgica motivó muchas objeciones, entre las que destaca el trabajo crítico de los Cardenales Bacci y Ottaviani.

Ya desde un principio el propio Papa Paulo VI vio la necesidad de escuchar el reclamo de los fieles católicos que pedían no se proscribiera de hecho la misa tradicional y también deaclarar muchos errores litúrgicos a los que dicha reforma dio pie.

3) Es una liturgia muy europea, poco apta para misionar o para los pueblos del “tercer mundo”. Es una liturgia restringida a la mentalidad occidental latina.

El rito romano es el más amplio, ecléctico y tradicional de todos los que están en uso en la Santa Iglesia Universal. Ha tomado elementos de todas las tradiciones litúrgicas, por lo cual es la más antigua, la más universal y además, la propia de la Sede universal petrina. Conserva formas de la liturgia griega en esta lengua o en latín, el riquísimo aporte de los salmos del Antiguo Testamento, tanto en el misal como en el oficio divino y el ritual sacramental. Inclusive muchos términos hebreos, como aleluya, amén, sabaoth, hosanna, y otros propios del leccionario.

Por otro lado, merced a la intensa labor misionera en América, Asia y Africa, es la más difundida en todo el mundo, donde ha sido aceptada sin resistencia.

4) El latín es incomprensible. Aleja a los fieles de la celebración.

El latín es la lengua madre del castellano, francés, rumano, portugués, catalán, italiano, y tiene una fuerte influencia en el inglés y el alemán. Es una lengua con la que todos estamos familiarizados, y usamos muchas veces su léxico creyendo utilizar términos en inglés (super, index, lexicon, & (et), curricula, comfort, media, etc.).

Los misales para fieles, además de ser extraordinarios instrumentos de devoción, hacen imposible que una persona medianamente instruida tenga dificultad para entender los textos de la ceremonia, o su sentido, puesto que las rúbricas no solo son claras, sino que son estables, no cambian a gusto del celebrante.

Tanto la homilía como las lecturas de la epístola y el evangelio se realizan ritualmente en latín y luego se traducen a la lengua vernácula para los que no quieran usar misal.

Usualmente se edita una hoja volante con el propio de cada domingo (introito, colecta, gradual, epístola, evangelio, ofertorio, comunión, secreta, post-comunion…) en los lugares donde actualmente se celebra la misa tridentina. Con una carilla el fiel puede tener a la mano lo que cambia domingo a domingo (el propio) En cambio las partes fijas (el ordinario) rápidamente se aprenden de memoria, precisamente porque son “fijas”. Niños de primera comunión saben estas partes rezadas y hasta cantadas por haberlas oído rezar o cantar, casi sin ningún esfuerzo.

Finalmente, si aleja a los fieles, hemos de remitirnos a los hechos. Las comunidades de misa tradicional crecen a un ritmo muy superior a la media de las de misa nueva. No por nada el Papa la apoya con tanta insistencia su restauración.

5) En la misa tridentina no se puede “participar”.

Primero hay que tener en claro de qué forma puede participar un seglar en la liturgia, conforme a las normas litúrgicas tradicionales.

Fuera del acolitado de los laicos varones o la participación en la schola cantorum, (coro) los seglares no intervienen en la ceremonia litúrgica. Participan de los diálogos litúrgicos con el sacerdote, las oraciones, las procesiones, el canto, la comunión… No parece poco. Queda claro que el sacerdocio que habilita a celebrar, leer o predicar es el ministerial, y por lo tanto quienes no formen parte del clero –y según el grado de las órdenes recibidas- no “protagonizan” la liturgia.

Los fieles no administran la comunión, no la reciben en la mano (la Madre Teresa de Calcuta decía que el mayor mal de estos tiempos era recibir la comunión en la mano…). Van a misa a adorar, pedir perdón, ofrecer espiritualmente la oblación junto con el sacerdote, a recibir sacramentalmente a Nuestro Señor Jesucristo, pedir gracias, sufragar con sus oraciones las almas del purgatorio, pedir por los vivos, conmemorar al papa y al obispo. En definitiva a adorar a Dios, santificarse y rezar por la santificación de los fieles y de los que no lo son.


6) Se descuida la enseñanza y el adoctrinamiento de los fieles quitándole importancia a la "liturgia de la palabra".

La misa no tiene por función adoctrinar a los fieles. Solo una parte de ella se dedica a esto, hoy llamada “liturgia de la palabra” siguiendo la terminología de la nueva teología litúrgica. En el rito tradicional se denomina “misa de los catecúmenos”, es decir, de los que están siendo adoctrinados para recibir el bautismo.

No es posible olvidar la propedéutica litúrgica: primero el sacerdote reza oraciones al pie del altar. Principalmente salmos penitenciales, disponiendo el ánimo a la contrición del alma para poder celebrar los sagrados misterios. Recién cuando se ha hecho este acto penitencial sube el celebrante al altar. La misma disposición deben guardar los fieles. Luego del último acto de contrición (rezo o canto en griego del Kyrie (Kyrie eleison, Christe eleison, Kyrie eleison), tres veces cada frase alternando con los fieles, comienza la parte dirigida principalmente a la instrucción en la doctrina, o parte docente propiamente dicha. Lecturas y homilía. Luego se reza la confesión de Fe, Credo, y da comienzo el ofertorio, o misa propiamente dicha. Esta parte se dirige a nuestra fe, convocándonos a la adoración del misterio.

La Iglesia nos invita a disponernos con humildad a la celebración, luego nos instruye, nos invita a confesar la fe y finalmente a contemplar y adorar el misterio de la eucaristía. Muchísimos gestos y oraciones tienen por función implorar a Dios sea propicio y aceptable, por los méritos de Nuestro Señor Jesucristo y de sus santos, este ofrecimiento.

De modo que no se descuida la doctrina, sino que se gradúa según la importancia que tiene en el acto sacrificial. Otras actividades extralitúrgicas se dedican especialmente a la doctrina. Sin embargo, no perdamos de vista el carácter intrínsecamente didáctico de la liturgia que resume el antiguo apotegma: la ley de la oración es la ley de la fe. Eso que rezamos nos instruye en la Fe porque es lo que creemos.

7) El sacerdote desprecia a la asamblea, da la espalda a los fieles y realiza toda la ceremonia en el presbiterio.

El sacerdote se “orienta”, es decir, mira al oriente, hacia el monte calvario (como los musulmanes miran a La Meca, centro espiritual de su religión). Normalmente la misa debe celebrarse sobre un altar (no una mesa) “orientado”. Este debe ser preferiblemente de piedra y en caso que no pueda hacerse al menos tener el ara o piedra de altar, lugar sobre la cual se realiza la consagración. Esta piedra está tiene dentro reliquias de santos mártires. Los altares son consagrados, porque simbolizan el cuerpo de Cristo. Por eso se los besa, se los incienza y se lo adorna y reverencia. Cuando el Santísmo está en el sagrario, se hace una genuflexión al pasar frente a él. Pero aún cuando no lo está, se hace una reverencia profunda ante el altar, porque es un lugar sagrado.

En medio del altar está el Sagrario, lugar de reserva de la Sagrada Eucaristía para su adoración y administración a los fieles. Es el sancta sanctorum, que viene de la tradición hebrea, el lugar donde solo tiene acceso el sacerdote. En la liturgia oriental esta reserva es mucho mayor, llegando a cerrar el altar detrás de puertas (iconostasio) que solo se abren durante la consagración.

Por el costado derecho del altar (lado del evangelio) una lámpara votiva que se alimenta de aceite arde en honor a Cristo y señala su presencia. Cuando el sagrario está cerrado y las sagradas formas no están expuestas, debe realizarse una genuflexión simple al pasar frente a él. Cuando está expuesto, ambas rodillas se doblan y se hace una reverencia profunda. Por eso también se persigna el católico al pasar frente a una iglesia, para dar señal de reverencia a Cristo sacramentado.

El altar está como mínimo a tres gradas sobre el nivel de los fieles, simbolizando el Gólgota y a la vez la jerarquía del cuerpo místico cuya Cabeza es Cristo mismo. Al altar sigue el presbiterio, es decir, el lugar de los clérigos o de los consagrados al servicio del altar. Durante la liturgia, salvo el acolitado de los varones laicos, ningún otro seglar tiene función alguna.

De modo que los fieles no son los protagonistas puesto que no se trata de una conferencia, o reunión social, sino de un rito de adoración celebrado por el sacerdote, que es otro Cristo, pontífice entre Dios y los hombres. Pero en la “misa de los catecúmenos” o cuando el rito impone saludar, bendecir, absolver, o dirigirse a los asistentes por medio de una homilía, etc. el sacerdote mira al pueblo fiel. La liturgia es una escuela de cortesía, jamás se dirige el sacerdote a los fieles sin mirarlos.


8) Las mujeres se ven forzadas a usar un velo en señal de sumisión.


El uso del velo en el templo es mandato apostólico de San Pablo a la mujer. El apóstol de las gentes, que ha atestiguado muchas tradiciones litúrgicas, dice en su epístola primera a los Corintios, “Quiero que sepáis que Cristo es la cabeza del varón como el varón es la cabeza de la mujer y Dios lo es de Cristo. … Por lo tanto, debe la mujer traer sobre la cabeza la divisa de la sujeción a la potestad, por respeto a los santos ángeles”. (I Cor, 11, 4 y 10). Esta divisa es un velo, que en la tradición hispana ha dado lugar a la creación de magníficas mantillas, muy apreciadas por su belleza y arte. De hecho la tradición se mantiene en los trajes de bodas de las novias.


9) Solo se puede comulgar de rodillas y en la boca, no de pie ni en la mano.

Recordemos que en el Santísimo Sacramento está realmente presente el cuerpo, sangre, alma y divinidad de Nuestro Señor Jesucristo. Hay presencia real.

El modo de recibir la comunión es variable según los ritos. El romano tradicional lo ha establecido de rodillas, bajo la especie del pan (ácimo) en forma de delgada lámina para minimizar el riesgo de que las partículas caigan y a fin de que se facilite la manducación.

Por ese mismo motivo el sacerdote que ha consagrado mantiene los dedos índice y pulgar de la mano derecha juntos hasta la purificación posterior a la comunión de los fieles: para evitar que partículas de la forma consagrada caigan. Y por eso se coloca una patena o bandeja bajo el mentón del fiel al comulgar, a fin de recoger las partículas, en cada una de las cuales está entero el sacramento.

La comunión en la mano fue impuesta por la fuerza y luego indultada para Holanda por Paulo VI, donde se comenzó la práctica ilegal. Finalmente, de un modo irregular se impuso en muchos lugares donde no era ni requerida ni practicada. Hoy, curiosamente, en numerosas iglesias “prohiben” comulgar de rodillas y en la boca, cuando ésto es lo que manda y recomienda la Iglesia.


10) No se concelebra, desdeñando un signo de unidad y caridad entre el clero y los gestos de amor fraterno. Celebran misas privadas sin fieles.

En el rito tradicional no se concelebra salvo en las ordenaciones presbiteriales o en las consagraciones episcopales. Cuando dos o más sacerdotes concelebran, solo se celebra una misa. La concelebración reduce el número de misas, las que, sean ya privadas o públicas, siempre tienen un valor infinito. ¿Hay mayor caridad que ofrecer el Santo Sacrificio? ¿Para que pide el Señor obreros en su mies, sino principalmente para ofrecer el Santo Sacrificio?

El acólito representa al pueblo fiel. En la misa privada, el diálogo ocurre entre el sacerdote y el pueblo, significado por el acólico. Los fieles siempre están presentes de un modo espiritual.

Hay infinidad de signos rituales de caridad que se observan dentro de la sobriedad del rito. Por ejemplo, el saludo de paz, que viene de la tradición hebrea, se significa con una reverencia en que se juntan la cabezas de los clérigos mientras acercan sus manos a los hombros del saludado. El que comienza la ceremonia es el celebrante (no mero presidente) quien recibe la paz de Cristo mismo, a quien representa y en cuyo nombre la hace descender jerárquicamente a su diácono, subdiácono y clero y fieles.

Por el contrario, los usos del rito moderno nos privan de muchas gracias: las bendiciones que los sacerdotes reiteradamente dirigen al pueblo durante la ceremonia. El “asperges” de las misas solemnes, donde el celebrante asperja con agua bendita a los fieles y al clero. La doble absolución (no sacramental) del sacerdote a los fieles después del sendos actos de contrición. La solemne bendición final. Las oraciones indulgenciadas que siguen a la misa cuando estas son rezadas.

AD MAIOREN DEI GLORIAM!!! VIVA LA SAGRADA TRADICION QUE NUNCA SE FUE SINO QUE TRATARON DE ESCONDER! VIVA!!! VIVA!!! 

martes, 9 de abril de 2013

Malestar que no se puede ignorar


Poco a poco vamos notando cómo algunos medios se hacen eco de las voces que, con preocupación, siguen el decurso del nuevo pontificado del Obispo de Roma Francisco.
El artículo que propongo hoy describe exactamente cuáles son los motivos por los cuales el malestar se hace cada vez más evidente en el mundo tradicional del cual yo también formo parte. Una cosa tiene que quedar clara: la elección canónica de Francisco es una elección válida y, como católicos, tenemos que aceptarla! Eso no quita que, ante los cambios introducidos por el nuevo Papa, nos encontremos un poco... o bastante preocupados y mortificados, porque el trabajo realizado por Benedicto XVI en sus casi ocho años de pontificado para restablecer el decoro en la liturgia, revalorizar el significado de los símbolos pontificios, enseñándole a la gente a apreciarlos y a tomar conciencia de que un Soberano Pontífice puede ser igualmente una persona humilde y pobre sin tirar a la basura la dignidad pontificia, vemos que prácticamente, en un abrir y cerrar de ojos, todo ésto está siendo dejado de lado! Lo peor de todo es que se lo está haciendo con el Pontífice emérito aún con vida! Porque Benedicto XVI, si bien está retirado, no vive en una isla desierta. Tiene acceso a los medios de comunicación como todos nosotros. Lo imagino leyendo las novedades y repitiéndose: "La Iglesia no es mía, no es nuestra, es de Cristo!". Para reconstruir algo a veces se necesitan años... Para destruirlo... bastan sólo segundos! Estoy segura de que esta mortificación la está ya ofreciendo al Señor!
Jamás olvidaremos todo lo que Benedicto nos ha enseñado. Gracias, muchas gracias, Santo Padre!



Critiche dei tradizionalisti a Papa Francesco

Papa Francesco piace quasi a tutti, religiosi, laici, credenti e non credenti, cantanti e calciatori; ma c’è una categoria di persone che (sempre più apertamente) manifesta una certa perplessità sull’inizio di pontificato di Papa Francesco.
 
Sono i cosiddetti cattolici tradizionalisti, quelli affezionati alle liturgie antiche, al latino, e a tutto quell’apparato di simboli che la Chiesa Cattolica ha sviluppato nell’arco dei suoi 20 secoli di storia.
 
Sono persone di tutte le età e tutte le nazionalità, sono estremamente preparati, spesso ferventi cattolici, studiano con passione i simboli e la storia della Chiesa, cercando di ricondurre i simboli ai propri significati, e ritengono che le tradizioni (anche liturgiche o di cerimoniale) legate al Papato abbiano valore ancora oggi, e non siano tutte da buttare via.
 
Il pontificato di Benedetto XVI aveva dato in un certo qual modo un riconoscimento esplicito alle loro istanze, visto che il Papa Emerito ha dedicato alla liturgia (ed al suo valore) una parte significativa del proprio magistero; li ha fatti uscire dalla semi-clandestinità con ilMotu Proprio Summorum Pontificum, con il quale si stabilisce che la liturgia secondo il messale del 1962 (in sostanza, la Messa pre-conciliare) può essere celebrata da qualsiasi sacerdote di rito latino in qualsiasi diocesi di rito latino, senza la necessità di autorizzazione esplicita da parte del Vescovo locale, autorizzazione prima necessaria, secondo quanto stabilito dalla circolare Quattuor abhinc annos della Congregazione per il Culto (detta anche – impropriamente – indulto di Agatha Christie), e confermato da Giovanni Paolo II nel Motu Proprio Ecclesia Dei del 1988.
 
Sempre con Benedetto XVI regnante, i riti ed i cerimoniali della curia romana avevano ripreso parte del loro antico splendore, con decisioni sempre a lungo ponderate ed anticipate sia sull’Osservatore Romano che per mezzo di note a cura dell’Ufficio delle Celebrazioni Liturgiche del Sommo Pontefice, volte a spiegare, ad esempio, perchè il Papa ha sostituito per due volte in otto anni la ferula (il bastone pastorale del Papa) oppure ha ricominciato ad usare il fanone (un indumento liturgico proprio dei Sommi Pontefici), o ancora, perchè si è ricominciato ad eseguire la marcia delle trombe d’argento all’ingresso del Pontefice nella Basilica Vaticana, in occasione delle celebrazioni più solenni.
 
Ebbene, ora i tradizionalisti si trovano un po’ spiazzati dalle decisioni liturgiche e cerimoniali di Papa Francesco, che invece preferisce la semplicitàl’italiano al latino, nec rubricat nec cantat, eccetera; e negli ultimi giorni alcune di queste perplessità sono state portate all’attenzione della stampa.
 
Diciamo subito che il dibattito sul ruolo e sul valore della liturgia è uno dei più accesi (insieme a quello ecclesiologico sul primato petrino) in seno alla Chiesa Cattolica negli ultimi anni; basti pensare che lo stesso Bendetto XVI proprio sulla liturgia ha ricevuto negli anni (anche da ambienti interni alla Chiesa) critiche spesso severe; insomma, è naturale che dell’argomento si discuta, ma ci sembra di poter dire che tale discussione, se pur presente, viene spesso strumentalizzata.

Si: dall’istante successivo all’elezione di Papa Francesco è cominciata, da parte di una certa stampa, una campagna sottile e pericolosa, volta a far immediatamente dimenticare il pontificato di Benedetto XVI (abbiamo già citato i vari Macuso, Kung e Boff, che dopo aver criticato aspramente ed ogni giorno Benedetto hanno invece abbracciato Francesco ancor prima che dicesse una parola).
 
Il giorno dopo l’elezione di Francesco ha cominciato a circolare una storiella (del tutto destituita di fondamento) secondo la quale Bergoglio, nella stanza delle lacrime avrebbe detto al Maestro Mons. Guido Marini che gli porgeva la mozzetta: “Questa se la mette lei, il carnevale è finito”; questa bufala, rilanciata su tutti i giornali, e sommata alla semplicità di Papa Francesco ha persino infiammato qualche animo, portando un blog tradizionalista (pur sempre, fino a quel momento, rispettosissimo verso la Chiesa e il Papato) a pubblicare un articolo dal discutibile titolo “La maleducazione al Soglio di Pietro”.
 
Una nuova ondata di perplessità è montata quando, durante la presa di possesso del Laterano, Papa Francesco si è presentato con la ferula di Scorselli (quella usata quasi sempre da Giovanni Paolo II, per intenderci) che Benedetto XVI aveva abbandonato dopo due anni di pontificato per riprendere quella di Pio IX (e poi una realizzata sul modello di quest’ultima e regalatagli dal Circolo S. Pietro).
 
Alcuni sono perplessi perchè, dopo 8 anni di lavoro e di catechesi relativa al recupero di simboli un po’ caduti in disuso, sembrano bastate poche settimane per dimenticare tutto, ma soprattutto molti sono preoccupati dalla lettura che una certa stampa da di queste scelte.
 
Si è purtroppo caduti in una sorta di circolo vizioso, per cui un certo tipo di stampa pone eccessivamente (ed in alcuni casi strumentalmente) in risalto ciò che Francesco fa di diverso da Benedetto, e di conseguenza i tradizionalisti si preoccupano del significato di tali scelte e delle possibili strumentalizzazioni; la stampa chiude il cerchio dando voce alle perplessità e raccontandole come polemiche, descrivendo i tradizionalisti come nemici di Francesco e di conseguenza allargando il solco tra i due pontificati.
 
In sostanza, speriamo che tutti siano moderati, che chi cerca di far passare Benedetto come un incidente di percorso la smetta e che l’ufficio per le celebrazioni liturgiche del Sommo Pontefice torni presto a spiegarci le ragioni delle scelte liturgiche del Papa Francesco, non per confortare noi che il rifiuto del fanone non rappresenta il desiderio di Bergolgio di distruggere il papato ma per evitare malevole e dannose strumentalizzazioni ai danni del Papa Emerito, che (nonostante li meritasse) il favore e l’apertura di credito della stampa che Francesco sta sperimentando in queste settimane, non li ha mai visti.

ilVaticanista

http://www.ilvaticanista.it/2013/04/08/critiche-dei-tradizionalisti-a-papa-francesco

sábado, 6 de abril de 2013

Una sotana puede salvar un alma!



Del blog "Cigüeña de la torre" nos viene este artículo que nos tiene que hacer pensar sobre la importancia que tiene el uso de la sotana o hábito talar para el sacerdote católico diocesano o el hábito religioso propio de la orden. Uso que no ha sido abolido como sostienen quienes han mal leído el Concilio Vaticano II.


Más sobre el traje sacerdotal

  • No estorba para nada bueno y puede servir de mucho



      Un lector me envía este hecho del que ha tenido conocimiento. Y que refleja la posible realidad:

      "Para los que no dan importancia al atuendo del sacerdote, he aquí un ejemplo real, sucedido a un sacerdote que conozco.

      Todas las semanas va a un hospital para atender a uno o varios enfermos. Siempre viste de sacerdote, pero especialmente le gusta ir con sotana a los hospitales pues, según su experiencia, ayuda a dar paz y confianza a los enfermos. Por supuesto, cuando le ven, los familiares de otras habitaciones le piden que entre un momento a ver al enfermo. Lo que sólo iba a ser la visita a uno o dos enfermos, se convertía en una auténtica “visita de planta”. Y eso, sólo por ir de sotana.

      Al terminar uno de esos días, por pura comodidad, decidió salir por urgencias, ya que tenía el coche aparcado por esa zona. Al atravesar el pasillo que conducía a la salida, sintió que una mano le agarraba del brazo y le decía: “¡Padre, confiéseme, por favor!”. Por lo visto, se trataba de un herido grave, postrado en una camilla, al que debían operar urgentemente, pues se temía por su vida.

      Resultó que el herido también era sacerdote (aunque no llevaba nada que ayudara a identificarlo). El confesor le atendió con mucho cariño. Al final, le animó a que, si salía de allí, no olvidase vestir siempre como sacerdote, ya que si él (el confesor) no hubiera ido vestido con sotana, el enfermo no le habría identificado ni, por tanto, pedirle confesión. “Como nuestra tarea es llevar almas a Dios –le vino a decir–, debemos ser como un taxi, con el letrero y la luz siempre encendidos, para que, incluso desde lejos, cualquiera nos pueda parar y solicitar nuestros servicios. Los fieles necesitan curas que no teman vestir como sacerdotes, ya que debemos estar de guardia las 24 horas del día”.

      4 de abril de 2013

      http://www.intereconomia.com/blog/cigueena-torre/mas-sobre-traje-sacerdotal-20130404

      martes, 2 de abril de 2013

      "No hay peor ciego que el que no quiere ver!"

      Baronio pega duro de nuevo! La historia del rey vanidoso a quien gustaba vestirse espléndidamente es víctima del engaño de quienes le hacen creer que tiene el mejor vestido del mundo  Y el popolino adulador también sostenía la magnificencia de tales vestidos. Hasta que un niño en su inocencia hizo ver a todos que el rey estaba desnudo. Ahí empezó la gente a despertar. Razonar, pensar, no dejarse llevar para donde tira el viento. Reflexionar, meditar, rezar, pedir a Dios un poco de luz para no caminar en la oscuridad en medio de este vórtice mediático que no sabemos adónde nos quiere arrojar...






      A proposito dell'articolo Il primato petrino e i segni dei tempi,
      apparso su Chiesa e post concilio.

      E' evidentissimo che i problemi denunziati dai media durante il precedente Pontificato erano solo ed esclusivamente pretestuosi e volti a togliere di mezzo Benedetto XVI. Dico togliere di mezzo perché le intenzioni erano note sin da un anno fa: se non si fosse dimesso, forse avremmo dovuto annoverare Ratzinger assieme a Luciani nella lista delle vittime della Curia Romana. 

      Eppure è il caso di notare che il mondo, il secolo profano, non ha alcuna vera sollecitudine per i problemi della Chiesa: esso li addita come colpe solo per l'ultima sacra Monarchia di diritto divino in Europa, mentre diventano diritti quando sono praticati dai laici e dai gentili. 



      Omosessualità: un problema della Chiesa nei suoi chierici, non del mondo, che sbandiera i diritti dei gay, il matrimonio tra persone dello stesso sesso, il diritto all'adozione ecc.

      Pedofilia: un problema della Chiesa nei suoi ministri, non del mondo, che teorizza il diritto alla sessualità per i minorenni, l'educazione sessuale degli innocenti, la perversione dei fanciulli e dei giovani.

      Corruzione e carrierismo: un problema della Chiesa nell sua Gerarchia, non del mondo, i cui esponenti convivono e si pascono di corruzione, tangenti, conflitti di interessi, ricatti. 

      Trionfalismo: un problema della Chiesa nella sua Regalità, e non del mondo, che tributa onori alla feccia dell'umanità: pubblici peccatori, concubinari, viziosi, ladri, iracondi, corrotti e via elencando. 

      Integralismo e intolleranzaun problema della Chiesa nella sua divina costituzione, e non del mondo, che nondimeno catechizza le masse con i nuovi dogmi della tolleranza, della solidarietà, del pacifismo, della dignità dell'uomo.

      Ovviamente a questo stracciarsi le vesti per la vera o presunta corruzione o immoralità del Clero si accompagna, com'è ovvio, l'insofferenza alle ragioni dottrinali e morali che la Chiesa dovrebbe addurre per sradicare questi mali al suo interno. Il senso del peccato, la necessità della disciplina e della penitenza, la considerazione dei Novissimi, il ricordo salutare della pena eterna, l'esempio dei Santi, e prima di tutto i Comandamenti del Salvatore nostro e gli insegnamenti del Magistero, la dignità del nome cristiano, l'onore di Dio e della Chiesa, il primato della Verità.

      Ecco allora che un quivis de populo può parlare di solidarietà, di amore, di fratellanza, di speranza, di soccorso ai poveri e ai bisognosi senza mai menzionare il motivo per cui il Cattolico dev'essere virtuoso: l'amore di Dio e l'amore del prossimo per amor Suo.

      Sfamare gli affamati, vestire gli ignudi, consigliare i dubbiosi, visitare i carcerati e via elencando sono opere di misericordia, ma senza la Carità - virtù teologale mossa dalla Fede - queste opere sono prive di qualsiasi merito spirituale, sono sterili e vuote, come un cembalo che tintinna, per usare le parole dell'Apostolo.  


      Questo Pontificato è virtuale non solo per opera dei media e dei cosiddetti intellettuali progressisti; esso è frutto di una sua distorta concezione proprio da parte di chi ne è rivestito, e conduce ad un esercizio del potere papale slegato dal munus ed ancor più dalla finalità propria del Papato. 

      San Pietro non indossava né la mozzetta né i calzari purpurei della maestà imperiale, non portava la tiara né il fanone; ma era conscio del proprio ruolo, e fu martirizzato in quanto Sommo Pontefice della Santa Chiesa Cattolica Apostolica Romana. Togliere oggi le residue pallide insegne del già minato potere papale non è gesto di povertà o di umiltà, ma indice di sommo orgoglio e preludio ad un nuovo modo di esercitarlo, privo tanto delle finalità quanto delle motivazioni soprannaturali che lo legittimano e lo pongono sotto la protezione diretta dell'Altissimo. 

      Essere Vescovo di Roma era sinonimo, sino a ieri, dell'essere Papa, Vicario di Cristo, Successore del Principe degli Apostoli. Come essere padre dei propri figli è sinonimo dell'esser marito della loro madre. Ma sappiamo tutti - senza bisogno di bizantinismi ed elucubrazioni da legulei - che oggi vi è una differenza voluta tra queste espressioni, e che la prima attenua o nega addirittura le altre. 

      Nomina sunt consequentia rerum, dice l'adagio: il Vescovo di Roma in veste piana non vuole essere - o quantomeno non vuole essere anzitutto - il Supremo Pastore della Chiesa Universale, e al tempo stesso agisce e si muove con la non chalance del supremo legislatore, innovando, sopprimendo, cambiando, cancellando, abolendo, riformando a proprio arbitrio.

      Se fosse solo Vescovo, Bergolio dovrebbe obbedire al proprio superiore ed adeguarsi alle norme, alle regole, agli usi e a quella tanto decantata prudenza che oggi vale solo a freno per la virtù mentre dovrebbe essere regola del retto agire ordinato al fine.

      Eppure egli è anche Papa, o quantomeno questo è il ruolo e la carica che gli è stata attribuita dal Conclave e che egli ha accettato di esercitare. Con quell'autorità che gli deriva dalla carica ricoperta, egli può permettersi le innovazioni e le stravaganze che nessuno, sinora, aveva osato compiere. Nella contraddizione, sia chiaro, di agire da Papa, ma nel non dirsi tale. 

      Pare di assistere al ripetersi della medesima contraddizione in cui incorrono i rivoluzionari, quando prendono il potere sulle rovine delle Monarchie: prima essi spodestano i Principi legittimi in nome del popolo sovrano, poi affamano e tiranneggiano in modo ben più crudele e tremendo lo stesso popolo sovrano, in nome di una presunta democrazia che rimane semplice petizione di principio. Per i Sovrani, la ghigliottina, sempre e comunque; per i rivoluzionari, elogi e attestazioni di fiducia irrazionale fino all'autolesionismo. 


      Viene in mente la fiaba di Andersen:

      C'era una volta un imperatore che amava così tanto la moda da spendere tutto il suo denaro soltanto per vestirsi con eleganza. Non aveva nessuna cura per i suoi soldati, né per il teatro o le passeggiate nei boschi, a meno che non si trattasse di sfoggiare i suoi vestiti nuovi: possedeva un vestito per ogni ora del giorno, e mentre di solito di un re si dice: È nella sala del Consiglio, di lui si diceva soltanto: È nel vestibolo.


      Nella grande città che era la capitale del suo regno, c'era sempre da divertirsi: ogni giorno arrivavano forestieri, e una volta vennero anche due truffatori: essi dicevano di essere due tessitori e di saper tessere la stoffa più incredibile mai vista. Non solo i disegni e i colori erano meravigliosi, ma gli abiti prodotti con quella stoffa avevano un curioso potere: essi diventavano invisibili agli occhi degli uomini che non erano all'altezza della loro carica, o che erano semplicemente molto stupidi. [...]



      Non è forse magnifique?, dicevano in coro i due funzionari; Che disegni, Maestà! che colori!, e intanto indicavano il telaio vuoto, perché erano sicuri che gli altri ci vedessero sopra la stoffa. [...]
      Magnifique!, Excellent!, non facevano che ripetere, ed erano tutti molto felici di dire cose del genere. [...] 
      L'imperatore si spogliò, e i due truffatori fingevano di porgergli, uno per uno, tutti i vestiti che, a detta loro, dovevano essere completati: quindi lo presero per la vita e fecero finta di legargli qualcosa dietro: era lo strascico. Ora l'imperatore si girava e rigirava allo specchio.


      Come sta bene! Questi vestiti lo fanno sembrare più bello!, tutti dicevano. Che disegno! Che colori! Che vestito incredibile!

      Stanno arrivando i portatori col baldacchino che starà sopra la testa del re durante il corteo!, disse il Gran Maestro del Cerimoniale.

      Sono pronto, disse l'imperatore. Sto proprio bene, non è vero? E ancora una volta si rigirò davanti allo specchio, facendo finta di osservare il suo vestito.

      I ciambellani che erano incaricati di reggergli lo strascico finsero di raccoglierlo per terra, e poi si mossero tastando l'aria: mica potevano far capire che non vedevano niente.
      Così l'imperatore marciò alla testa del corteo, sotto il grande baldacchino, e la gente per la strada e alle finestre non faceva che dire: Dio mio, quanto sono belli gli abiti nuovi dell'imperatore! Gli stanno proprio bene! Nessuno voleva confessare di non vedere niente, per paura di passare per uno stupido, o un incompetente. Tra i tanti abiti dell'imperatore, nessuno aveva riscosso tanto successo.
      Ma l'imperatore non ha nulla addosso!, disse a un certo punto un bambino. Santo cielo, disse il padre, Questa è la voce dell'innocenza!. Così tutti si misero a sussurrare quello che aveva detto il bambino.
      Non ha nulla indosso! C'è un bambino che dice che non ha nulla indosso! Non ha proprio nulla indosso!, si misero tutti a urlare alla fine. E l'imperatore rabbrividì, perché sapeva che avevano ragione; ma intanto pensava: Ormai devo condurre questa parata fino alla fine!, e così si drizzò ancora più fiero, mentre i ciambellani lo seguivano reggendo una coda che non c'era per niente.

      Solo il bimbo innocente riconosce la realtà della nudità del re, mentre i cortigiani e i sudditi elogiano le magnifiche vesti invisibili. 

      Oggi solo un semplice, un fanciullo, si rende conto della nudità di Bergoglio, mentre i cortigiani del secolo e i sudditi della setta conciliare elogiano le sue virtù, la sua povertà, la sua umiltà:


      Come gli stanno bene quelle scarpe nere!, squittiscono certi giornalisti. Che gesto di umiltà, quella croce di ferro!, commentano altri. E si sdilinquiscono nel veder apparire al balcone Francesco che saluta con un Buona sera come se fosse il presentatore di uno show. 
      Finalmente le mitrie di Pio IX e i paramenti d'oro sono stati rimessi nelle soffitte, esulta il direttore di un'emittente cattolica. Sono finite le carnevalate, chiosa un altro. I cerimonieri devono essere mandati a casa, inveisce un prete in clergyman. 
      A tutti Bergoglio sembra vestito in modo molto negletto e poco consono alla dignità apostolica, ma siccome le magnifiche vesti della povertà e dell'umiltà di Francesco, a quel che dicono i sarti vaticani, si vedono solo se si è progressisti e fedeli al Concilio, allora tutti vanno in brodo di giuggiole per i baci ai piedi dei galeotti, per la mitria Ikea, per i discorsi a braccio. L'anello d'argento dorato è una scelta di povertà eroica! 
      Salvo poi sentire il semplice fedele che osserva: Ma le croci d'oro che hanno donato alla Chiesa i fedeli, perché non se le mette? E il vecchio parroco: Perché comprare dei paramenti così brutti, quando ne hanno di stupendi nelle sacristie papali? E la madre di famiglia: Se è così umile, perché non si veste come tutti gli altri Papi, invece di distinguersi tanto? E il generale: Se io mi togliessi le medaglie e i galloni, sarei disprezzato dai miei soldati. E il povero che elemosina sul sagrato: Io mi sentivo in una reggia, quando entravo in una chiesa; c'era il latino, il gregoriano, l'incenso; ora mi hanno tolto anche quel poco che mi faceva pesare meno la mia povertà. 


      Ovviamente ci sono ancora Cattolici che guardano la realtà con gli occhi della ragionevolezza e del sensus Ecclesiae. Essi sono i fanciulli della favola - e del Vangelo - dei quali Nostro Signore disse:  Sinite parvulos venire ad me

      Bergoglio è nudo.



      http://opportuneimportune.blogspot.gr/2013/04/i-vestiti-nuovi-dellimperatore-bergoglio.html

      Nosotros también existimos!

      Bueno, después de tanta "cháchara", como decimos en Argentina, por parte de la prensa escrita, radio y televisión, con respecto de todo lo que se refiere al nuevo Papa, parece que se dieron cuenta de que hay otras voces que, por qué no, tienen algo que decir también acerca de este tema. Es todo el "submundo" de internet! La voz de los que no tenemos voz! Que si por ellos fuera quedaría silenciada, no sea que arruinen el pastel preparado por los que tienen medios económicos para hacerse oír y arrastrar consigo toda esa legión de seguidores a los cuales, lamentablemente, muchas veces les cuesta poner en funcionamiento la razón y hacerse las preguntas del caso, teniendo todo servido en bandeja. En fin, los que somos pobres tenemos que arreglarnos con internet. El vaticanista Luigi Accattoli recoge muy bien nuestras lógicas preocupaciones. Leámoslas:




      Le prime critiche dei siti conservatori agli strappi liturgici
      Dubbi su croce di ferro e apertura all'Islam


      Nelle grandi reti televisive e sulla carta stampata continua la luna di miele del nuovo Papa con l'opinione pubblica, mentre sul web iniziano le critiche: sono tutte di orientamento tradizionalista, riguardano generalmente le vesti e la liturgia ma anche la riluttanza di Francesco all'uso delle lingue e la sua preferenza per il titolo di «vescovo di Roma» rispetto a quello di Papa.

      Un primo gruppo di critiche, le più immediate fin dall'apparizione alla loggia, riguardano le vesti, la croce, l'appartamento: il fatto che papa Bergoglio non abbia voluto la croce pettorale d'oro (usa quella di ferro che aveva da cardinale), la mozzetta rossa e le scarpe rosse; il rinvio del trasferimento nell'Appartamento papale nonostante la fine dei lavori di aggiornamento dello stesso.

      Il sito «Messa in latino» - che chiama Bergoglio «Papa piacione» - il 27 marzo così commentava l'informazione data dal portavoce vaticano riguardante il desiderio del Papa di rimanere «per ora» ad abitare in una stanza della Domus Sanctae Martae e di voler pranzare e cenare con gli altri ospiti: «Speriamo solo che non aggiunga il suo appartamento del terzo piano del Palazzo Apostolico ai Musei Vaticani».

      Più serie sono le critiche alle novità che toccano le celebrazioni liturgiche, a partire dalla «benedizione silenziosa» ai giornalisti venuti a Roma per il Conclave, ricevuti il 16 marzo: «per rispetto» - disse - dei non cattolici e dei non credenti che erano tra loro non diede la benedizione con la formula liturgica ma disse che li benediceva «in silenzio».

      Più numerose e più preoccupate sono state le riserve provocate dalla lavanda dei piedi del Giovedì Santoestesa a due musulmani e a due donne, che ha compiuto nel carcere minorile di Casal del Marmo. Sandro Magister - uno dei più noti vaticanisti italiani - richiamava ieri nel suo sito le due questioni e diceva «resta senza risposta l'interrogativo» che esse sollevano.

      Lo stesso Sandro Magister aveva garbatamente sollevato dubbi già il 19 marzo: «Alcuni gesti di papa Francesco hanno acceso nell'opinione pubblica dentro e fuori il cattolicesimo cattive tentazioni: dalla liquidazione del governo centrale della Chiesa alla scomparsa del titolo di Papa, dall'avvento di una "nuova Chiesa" spirituale alla umiliazione della bellezza che celebra Dio, cioè della simbolica di riti, abiti, arredi, edifici sacri». Magister è sempre stato un sostenitore del cardinale Bergoglio: ne parlava come di un papabile già nel 2002, ma si direbbe che non ne sia entusiasta ora che è Papa.

      Persino la visita di papa Francesco a papa Benedetto ha provocato critiche, o quantomeno le ha provocate la decisione delle autorità vaticane di diffonderne le immagini che mostravano due Papi compresenti e tra loro quasi non distinguibili: «Chi è il Papa?» si è chiesto Roberto De Mattei sulFoglio del 28 marzo: «La coesistenza di un Papa che si presenta come vescovo di Roma e di un vescovo (perché tale è oggi Joseph Ratzinger) che si autodefinisce Papa offre l'immagine di una chiesa "bicefala" ed evoca inevitabilmente le epoche dei grandi scismi. Non si comprende, a questo proposito, il risalto mediatico che le autorità vaticane hanno voluto dare all'incontro dei due Papi, il 23 marzo a Castel Gandolfo. L'immagine che ha fatto il giro del mondo e che lo stesso Osservatore Romano ha pubblicato in prima pagina il 24 marzo è quella di due uomini che il linguaggio dei simboli pone su un piano di assoluta parità, impedendo di discernere in maniera immediata, chi di essi è l'autentico Papa».

      Questa di De Mattei sul Foglio è l'unica vera critica mossa finora al Papa argentino dalla stampa italiana. Ma la Rete rigurgita di rimproveri. Il sito tradizionalista «Rorate Coeli» ha ricordato che alla lavanda dei piedi vanno ammessi - secondo le norme liturgiche - solo «uomini scelti» e non donne né musulmani. Il National Post ha qualificato l'elezione di Francesco come «l'ennesima aggiunta al mucchio delle recenti novità e mediocrità cattoliche», in linea con il mezzo secolo seguito al Concilio Vaticano II. Ed Peters, blogger americano, definisce «un esempio discutibile» quella lavanda dei piedi.

      Il sito «Cantuale antonianum» rimprovera il Papa di non cantare e già il 14 marzo scriveva che «se anche se il Papa si chiama Francesco, egli non è e non può essere un semplice fraticello che fa esortazioni evangeliche zampillanti al momento». Il sito «Pontifex» - incoraggiato dalla propria denominazione - il 30 marzo scrive perentorio: «È vescovo di Roma ma anche Papa e dunque capo della cattolicità e questo farebbe bene a non dimenticarlo. Il populismo, il pauperismo e la demagogia lasciano il tempo che trovano».

      Luigi Accattoli

      2 aprile 2013 | 14:40